martes, 4 de enero de 2011

ANOCHE

 Anoche la muerte pasó silbando,

transformada por momentos

en una mano enguantada

que tejía con sus dedos

las coronas de los semáforos.


Anoche se hundió un vagón de golpe

y vi tu rostro asomado

en la ventana verdosa

inundándose de mar,

contemplando la playa absorta.


Anoche el cielo se unió con la tierra;

la gente andaba entre nubes;

una ráfaga de luz

se fugó de las farolas

oculta tras una bufanda.


Anoche marqué el fin de mi existencia

con un círculo en la arena;

con amargura quizás;

acaso con ironía;

mientras llegaba la mañana.

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