viernes, 12 de noviembre de 2010

Ciudad dormitorio

Hoy he andado mil kilómetros
 sin encontrar el mar.
 Largas, iguales, las calles.
 Dibujando una tragedia
 de geometría verde
 que corona su cabeza
 con piscinas rotas.
 He robado el movimiento.
 Sólo quedan los espejos.
 De mi bolsillo cuelga
 un llavero de olas
 que los pájaros miran
 con aire soñoliento.
 ¿Es el viento?.
 Sí, el viento.
 Que adorna su cabello
 con caracolas blancas
 que adoptan formas
 de algodón albiceleste;
 trayéndome el olor,
 la humedad y el salitre
 de un ancho océano
 que me ahoga con tu ausencia.
 Es la hora del fin del baño
 en la tarde del fin del mundo,
 en la que el asfalto susurra
 (al oído del que regresa)
 canciones de cuna
 para continuar el sueño,
 ¡no sea que se despierten
 con el agua quieta!;
 y los sonámbulos flotan
 hacia el umbral de sus casas
 acompañados de un sonido
 de enjambre domado,
 sin ganas de perseguir
 al ladrón de sus pasos
 que levanta mil kilómetros
 con los movimientos robados
 para abrir entre los setos
 de aguijones sin punta
 una ruta hacia el mar,
 lejos de la siesta.

2 comentarios:

  1. Ya he visto que has visitado mi “silogismos”. No me di cuenta de indicarte que al llegar al primero que encontraste, el titulado “la última vez” llegarías a los demás pulsando en ese título. Porque el resto están en el blog que se llama Telarañas.
    No sé si a ti te ocurre, o si es algo normal que le pasa a todo el mundo; pero cuando escribo concretamente eso que yo he dado en llamar “silogismos” no puede ser, no sé por qué, en cualquier momento ni a voluntad. Es cuando me ataca una especie de impulso que me empuja a dejarme llevar por las palabras sin atender a la lógica ni a la razón. Cuando sucede así veo que no tiene nada que ver, que es totalmente independiente de cuál sea mi estado de ánimo; da igual si estoy triste o alegre o de buen o de mal humor.
    Pero no puedo siempre.
    En realidad “no puedo siempre” en casi todo lo que escribo, a menos a lo mejor que sea algo tipo ensayo, que teniendo una idea en la cabeza sólo hay (y aun con mayor o menor fortuna, que hay veces incluso que me siento tan torpe que hasta una lista de la compra se me antoja difícil) que volcarlo sobre el papel.
    A veces, cuando escucho algún escritor al que entrevistan me quedo perpleja oyéndolo decir que tiene concertada con su editorial la entrega de una obra. Me digo “Dios mío, yo sería un desastre para eso”, si me pilla una temporada de dique seco no soy capaz ni de una frasecita.
    Un día, escuchando la radio, hicieron una alusión a André Breton y quise saber algo de él. Después de leerlo sentí como que perdía el pudor, que dejaba de notar cortedad o de imaginarme absurda por escribir ese tipo de cosas.
    No conocía la poesía de Emilio Prados – para ser exactos no sabía de su existencia – pero lo he buscado y he estado leyendo poemas suyos.
    Hay una página que a mí me parece muy buena, no sé si la conoces http://amediavoz.com/index.htm ; ahí lo he leído.
    No sé si has leído a Roger Wolfe; lo leí por primera vez en prosa y, luego, buscando más cosas de él encontré su poesía, que también puedes verla en esa página. Es un tipo de poesía “dura” que a mí me gusta mucho.
    Te comento aquí, en “ciudad dormitorio”, porque tienes esta entrada menos concurrida que “abierto hasta el amanecer”, aunque sí he leído (ahora mismo, después de haber tecleado lo que va en este folio, no sabía que me hubieras contestado ahí) tu respuesta del día 27 y veo que sí, que te pasa un poco lo mismo; que unas veces algo nota en uno que es momento para “eso” en concreto, y otras veces no es el momento.
    Un saludo, y seguiré visitándote.

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  2. Buzo a Afrodita: Esta forma de escribir de la que hablamos es muy propia de los autores surrealistas que bucean en la irrealidad de los sueños, las imágenes instantáneas hechas palabra... Puro impulso cercano al mecanismo de la escritura automática, escribir lo primero que llega, pero nosotros, pienso, no llegamos a ese límite tan extremo, pues razonamos, procesamos, sabemos algo de lo que queremos decir, tenemos un concepto. Hay grados en la poesía, de lo más racional o real a lo irreal irracional. La poesía impulsiva es la menos entendida y por tanto menos popular. Alguien te había dejado un comentario pidiéndote que le explicaras ciertas partes del poema. Supongo que íntentaba entrar en tu poema comprendiendo, y tal vez sea un error. Le puedes dar una idea general, como yo a ti cuando te hablaba de la idea de vidriera y de instantes capturados, pero no te puedo decir qué es un llavero de olas, es una imagen poética.
    Ejemplo de poesía racional puede ser un cantar de gesta, que es narrativo, o una coplilla popular, la poesía amorosa dedicada a alguien o incluso la poesía mística, aunque estas tres últimas también pueden contener elementos de irracionalidad en metáforas po ejemplo... Aunque hay grados y cada poeta es un mundo.
    La poesía de Emilio Prados es menos popular por eso mismo, no es tan entendible (aunque escribió otro tipo de poesía). Y eso que era un poeta de la generación del 27. También Vicente Aleixandre era así. Lorca significó el termino medio, popular y experimental, por eso es uno de los mejores poetas de nuestra lengua, sin desmerecer a los otros, por supuesto.
    No he leído esos autores que citas aunque sé de ellos. De todas formas el "impulsivismo" hispano siempre fue más racional que el extranjero. Lorca quería en su poeta en Nueva York expresar el impacto que tuvo en él la Gran Manzana y el mundo industrial, "civilizado" en contraposición al medio rural del que venía, es decir, racionalizaba, pero utilizaba imágenes extrañísimas.
    No te preocupes. Para escribir poesía hay que ser especial. Gracias por la página, la visitaré y veré el resto de silogismos también. Este intercambio de impresiones nos enriquecen a todos los que escribimos. ¡Un saludo!.
    Pd: Cuando leí tu poema pensé en el cosmos, la búsqueda de respuestas y un montón de planetas agrupados avanzando lentamente en procesión, vida, creación, iluminación... Eso me sugiere tu poema. ¡Un saludo!.

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