miércoles, 4 de mayo de 2011

FIN DE AÑO EN BUENA COMPAÑÍA

Anne Igartiburu da las campanadas
 y muerdo sus ojos
 y diez uvas más.
 Su pelo reposa
  nervioso en mi copa.

 Gemma Mengual nada
 y mira celosa,
 sin apenas ropa.
 Es mi afortunada
 segunda esposa.       

NOSEDONDE

Ofreciendo tributos al destino.
Arden al sol las vísceras de julio.
Me devora tu imagen hecha carne.
Se viste con mis despojos el verbo.
Hay una riada de alquitrán líquido
que entra por nosedonde.
Remo sobre las barcas de mis pies
buscando tu orilla.
        

VASOS COMUNICANTES

Celebremos nuestro encuentro.
La noche nos es propicia.
Vasos comunicantes en el cielo
son las estrías de la oscuridad,
un paquete de tizas nuestras manos.
Caminemos por las rampas de luz
recién abiertas y frescas,
ojos de gatos efímeros
que en el armario nocturno
cuelgan de perchas aéreas.
Elevo al cielo mi rostro de esfinge.
Ciclón de temperamentos
tu color y mi dolor,
simulan con una sonrisa
la derrota de la pluma apagada.
               

QUE NI LAS BABAS PUEDAS LIMPIARTE...

En el asilo, Ulises besa a Penélope
en la clase de bailes de salón
y llora, porque los dioses ganan
y se secó la flor de la anarquía
y Telémaco se fue y no regresa.

CIUDAD ESMERALDA

Anulado en la pared
de tu cuarto de juegos.
Mi razón se apolilla
hermanada al madero.
Y la sangre que baja
de mis pies hasta el suelo
es la luz de tu casa.
Cómo lucen los marcos.
Y un sofá color malva.
Chimenea en el fondo
y una llama azulada.
¿Para quién la preparas?.
Candelabros de plata
y alfombra encarnada.
Anudado en la red
a un salto del cielo.
Las paredes de azul
y la araña en negro.
¿Para quién la preparas?.
Para el que pueda pagarla
en Ciudad Esmeralda.
                               

SOL DE CENIZA

Arde la tierra
y está tan lejos el mar
que ni siquiera el cielo
puede sus olas pintar.
Sol de ceniza.
Humeando está mi cueva
de madera astillada
esperando que llueva.
Ocultos en las rocas.
En los montes, infierno.
Fugitivos de negro
esperando al invierno.
Buscando:
sal celeste.
Excavando:
minas de imposibles.
Luminosa muerte es el verano.
                      

LA FIESTA DE RIP VAN WINKLE

Caminaba con la escopeta al hombro sin que nada le perturbase
y el monte se abría ante él como una cúpula verde de misterio
y tan sólo un perro,
tan sólo,
compartía la dirección de sus huellas.
Y fue tragado por el olvido como tantos otros
para volver viejo y cansado tras veinte años.
Para contar su experiencia,
para contarla,
a gentes extrañas y sin imaginación.
Gentes que no suben al cerro de sus miedos
que es la nada vertical que a todos nos acecha
para darnos un abrazo,
o para darnos
un machetazo entre los hombros.
Con la frialdad de un estilete de piedra
despegando el musgo de las paredes del alma,
con los ojos clavados,
como ojos de fuego ardiendo en las espaldas.
Y la humanidad camina por un bosque talado
con un camino de albero que cicatriza en su vientre.
Mas yo prefiero estar,
lo prefiero,
con Rip y los serenos bebedores holandeses de su fiesta.

AMOR DE ALMACÉN

Algo destrozará nuestro pequeño mundo,
nuestras cuatro paredes de arcilla y de forraje,
y pensamos que el tiempo avanza como el sueño
y los días son aire, pájaros que contamos
con manos que son muñones sin dedos
para no tener miedo del futuro.
Amor de almacén. Amor del cobarde.
Voz de ensayo ante oídos que no escuchan.
¿Qué más puede pasarme?. ¿Acaso estoy loco?.
Hago tu voz mi voz y volverá a ocurrir.
Tu gesto de desdén. Al menos me parece.
La mano temblorosa que escribe este poema
y tus pasos que caminan tras otros,
los de tu legítimo propietario;
el amo y señor de todos tus besos,
agujero negro de tus abrazos.
Sólo me queda colgar tu silueta
en mi armario de luna cadavérica
donde lloran mujeres por las noches;
maniquíes sin rostro, aventuras sin héroe
colgadas para siempre en mi memoria.

DEJAMOS PASAR LOS DÍAS

Dejamos pasar los días
rebozados de rutina
por un pasillo onírico
pintado de indiferencia.
YA NO NOS VEREMOS MÁS.

LA CASA CERRADA

HABITACIÓN UNO.

Todo comenzó
porque la rareza
es una vidriera
de colores plácidos
que al coger la llave
nadie me advirtió.
Y entré con la prisa
de los novios
en luna de miel
para, en el templo,
colocar mi imagen
y con los fragmentos
de luz en el suelo
regalar un dogma
al adolescente
que duerme en los cuerpos
de los jubilados.
Porque el triste don
es mi propio bálsamo,
yo te lo regalo.

HABITACIÓN DOS.

Fiebre viene a buscarme y la pared
de la habitación se llena de estrellas.
Pero no es más que una transparencia
que los materiales nobles que forman
el edificio capturan del cielo.
Vivir en una casa transparente
es regalar la llave a los ladrones.

HABITACIÓN TRES.

Pájaro que planeas con las alas
pringadas de fluido dorado,
te advierto del peligro
pero no me escucharás y serás
un cadáver más sobre mi azotea
cuando se ponga el sol.

HABITACIÓN CUATRO.

Aunque otra cosa podáis pensar
no todo, en la casa, es tristeza.
A veces, por las cañerías corre
anís
y la llama azul de la chimenea
tiñe del mismo color las paredes
para que, vista desde afuera, sea
un fabuloso ave tropical
de plumas
que sólo escriben en los corazones
de los que osan asomar sus rostros
a las ventanas.

HABITACIÓN CINCO.

El tic-tac del salón de los relojes,
peldaños de la escalera del tiempo.
Pequeños autómatas que disfrazan la realidad
de movimiento y sonidos agradables
que hacen olvidar a los humanos
la desolación de la calavera impenetrable,
el jugoso rescate que se cobra.

HABITACIÓN SEIS.

Observo trabajar a las hormigas
en uno de los muros de la casa,
en el escalón que da a la azotea.
Tirado en el suelo. Como una hoja.
Son elementos del mismo universo
su actividad y mi pasividad.