jueves, 25 de agosto de 2011

EL FINAL DEL VERANO.


      Es inevitable hablar sobre él en estos días. Mucho se ha escrito, compuesto y filmado directa o indirectamente. Los Beach Boys le dedicaron toda una carrera musical, sin ir más lejos. Se acabó, fin del asunto, Chanquete ha muerto. Las piscinas son la mejor metáfora. Las aguas quietas y turbias, ojo herido del cíclope moribundo del estío. Algún balón flota en ellas como coágulos de una herida lamida por el crepúsculo. Lloran pisadas húmedas los bordillos. Sus propietarios se apresurarán en vaciarlas o las dejarán como un retrato de recuerdo del loco fotomatón veraniego. Éstas criarán vida y serán objeto de investigación de los buzos de National Geografic durante todo el invierno. Se podrán ocultar en ellas cadaveres de malvados directores de colegio asesinados por sus esposas, como en aquella película... El último baño, el último beso... Un adiós tallado en las rojas nubes que siempre asoman en las noches de septiembre, mientras el lagarto fragmentado en infinitos ojos de luz regresa a casa por la autovía, ensayando posturas con los brazos abiertos, como los pescadores que cuentan mentiras.

2 comentarios:

  1. Sip... Me parecen terribles-temibles- esas piletas abandonadas, pero tus ojos las transformaron en infierno acuático. Me quedo tranquila porque vos tenés escafandra.

    Hola, Buzo! Me voy a escuchar tu Prometeo...

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  2. Buzo a Julieta:

    Sí, la verdad es que algunas dan miedo. Aunque para mí, la mejor metáfora del final del verano es una piscina sin gente al atardecer, con una pelota flotando en el agua junto a las primeras hojas caídas que anuncian el otoño.

    Hola Julieta!!!

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