El año pasó como un barco.
Oscilando en vaivenes, indeciso.
La borda inclinada, el ancla rota.
Las millas sucediéndose en segundos.
Alcancé las tres islas a nado.
La cuarta a pie, por el suelo helado:
el trozo de hielo en el que descanso.
El año pasó como una canción.
Haciendo quiebros en el firmamento.
Transformando mis piernas en vapor:
agua con alas que sube a mi cara,
río subterráneo que me recorre.
La voz hace pausas que duran horas
y días cuando anda de puntillas.
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